Roberto Palacios D., catedrático de la Escuela de Negocios Espae, sostiene que no hay que esperar tener altos saldos en rojos o estar hundido en deudas para tomar la decisión de salir del mercado. Muchas veces, explica, un emprendimiento da señales claras de que cualquier crisis no es circunstancial y cuando es así la mejor opción es deshacer el negocio antes de seguir menoscabando el patrimonio personal o familiar. Y estas razones están ligadas a varios factores: cuando se registren pérdidas económicas continuas, cuando no hay quién se haga cargo del negocio, cuando no se puede enfrentar a la competencia o adaptarse a los cambios. «No hay que creer que cancelar una empresa es un fracaso. No necesariamente es así. Uno cierra una empresa para evitar fracasar».